Ser líder no es suficiente: hace falta tener coraje

 

Orlando Ponce Polanco · Jun 1, 2018

Existen gerentes a quienes les falta coraje para actuar. El miedo es mucho mayor y no saben tomar decisiones. Siempre están llevando a los directorios o comités de gerencia problemas efectos sin saber cómo identificar el problema causa.

Tener coraje implica tomar una decisión y realizar un esfuerzo. Así como las personas necesitamos una gran dosis de coraje para enfrentar los desafíos de la vida y obtener lo que deseamos, las organizaciones precisan coraje para lograr su propósito y no más gerentes atornillados en la silla sin acción. Dar el ejemplo en la búsqueda de la eficiencia operativa es estar enfocado en optimizar los procesos pensando en superar las expectativas del cliente.

En el proceso de esta gran tarea, el coraje permitirá a los miembros de una organización:

 

  • Tomar decisiones y establecer prioridades: imprescindible para las empresas “adictas a lo urgente". Lo contrario es atentar contra el logro de la misión organizacional.
  • Reconocer la realidad: para aquellas empresas que crean filtros para eliminar los aspectos negativos (gerentes que solo desean escuchar buenas noticias, haciendo ciega a la organización). El coraje ayuda a eliminar estos filtros y obtener la claridad necesaria para llevar adelante la misión de forma "realista".
  • Vivir los valores organizacionales: muchas organizaciones declaran sus valores, pero no todas los practican y mucho menos saben cuánto se han internalizado en la empresa. Exige mucho coraje decir a las personas en qué creemos, practicar aquello que predicamos y escuchar a quienes piensan diferente de nosotros. El coraje permite a una organización ser fiel a su identidad, a sus creencias y a su propósito.
  • Vencer la reactividad: siempre se escucha el lamento de personas: "No puedo hacer nada, es el sistema". El coraje ayuda a las personas a superar las barreras de un sistema, a ser creativas y proactivas, y a impulsar cambios.
  • Reconocer y superar miedos: admitir miedo supone reconocer una debilidad y eso es lo último que quieren hacer las personas en sus trabajos. Sin embargo, el miedo es una emoción normal. De hecho, tener coraje no significa no tener miedo, sino actuar a pesar de él.

 

Una organización con coraje es leal a su visión y a sus valores, consciente de la realidad, los problemas y los miedos actuales. Es decir, es una organización que sabe orientarse hacia su ideal, sin descuidar su funcionamiento real.

Si ya es difícil encontrar coraje a nivel personal, imaginemos cuán arduo es que toda una organización lo encuentre. Debido a esta dificultad, es fundamental el rol del líder como "ejemplo de coraje" para el resto de las personas. Un líder debe practicar el coraje a diario, enfrentando la realidad, pidiendo y escuchando la retroalimentación de otras personas, afirmando sus valores frente a su equipo, estableciendo prioridades y cumpliéndolas y sosteniendo el espíritu proactivo de las personas en tiempos difíciles. Como todo rasgo de carácter, el coraje no se impone, sino que se promueve a través del ejemplo.

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